Normalmente, al hablar de pruebas de ADN la mayoría de la
gente hace referencia a los test de paternidad. Y éstos se basan en el hecho de
que la totalidad de nuestro ADN nuclear procede, al cincuenta por cierto, de
nuestro padre y de nuestra madre (a través de sus óvulos y espermatozoides,
respectivamente).
Estas pruebas vienen realizándose en su formato actual (con
variaciones en el análisis matemático, pero igual en el fundamento genético)
desde la década de los noventa del siglo XX. Anteriormente a esta fecha lo que
se hacía era estudiar el grupo sanguíneo de los padre y del hijo, y
compararlos. El inconveniente de este método era que la posibilidad de que
aparecieran falsos positivos era altísima. Así que sólo era válido para
resultados negativos.
Entonces, ¿qué paso para que esto dejara de ser así? ¿Por
qué cambió la metodología? ¿Por qué hoy se dice que las pruebas son fiables en
un 99,9999 de los casos? Pues lo que sucedió, sencillamente, fue que fueron
descubiertas unas regiones del ADN llamadas microsatélites cuyo uso vino a
revolucionar los análisis de paternidad. ¿Y qué son los microsatélites? Pues no
son otra cosa que repeticiones en tándem de uno o varios nucleótidos (que son las
unidades estructurales del ADN) un número de veces determinadas en una región
del genoma. ¿Y cuántos tipos de microsatélites exitesn? Pues, básicamente, se
diferencian en SSR o STR, según estén contenidos en la secuencia repetida un
único nucleótido o varios, respectivamente, siendo los utilizados para realizar
los análisis de paternidad los STR.
A efectos prácticos lo que se hace es, en primer lugar,
extraer el ADN de una muestra biológica. Ésta puede proceder de cualquier
tejido humano (pelo, uña, sangre, etc.)
y no lleva más de una hora en cualquier laboratorio. A continuación se procede
al análisis propiamente dicho, y mediante éste obtendremos un perfil genético
determinado que va a ser único para cada individuo (salvo en el caso de gemelos
univitelinos). Por último, un riguroso estudio matemático va a establecer
relaciones entre los perfiles de los parentales y del hijo, y nos va a dar un número
que representa la probabilidad de que exista un vínculo biológico entre los
individuos.
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