PCR son las
siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa (Polymerase Chain Reaction),
y es una técnica de biología molecular utilizada para multiplicar un fragmento
concreto de ADN, de manera que a partir de una única copia de material genético
se pueden obtener múltiples fragmentos idénticos a la molécula de partida. La PCR
fue desarrollada en los años 80 del Siglo XX por el científico estadounidense
Kary Mulllis (lo que le valió el Premio Nobel de Química en 1993) y se ha
convertido, sin duda, en uno de los avances científicos más importantes en la
historia de la biología molecular.
Para
entender cómo funciona una PCR –insisto, Reacción en Cadena de la Polimerasa–,
lo primero que tenemos que preguntarnos es qué es la polimerasa. Pues bien, la
polimerasa es una enzima –una proteína– que todos y cada uno de nosotros tiene.
En realidad, cualquier organismo vivo cuenta con ella porque es la enzima que
se encarga, de manera natural, de generar los ácidos nucleicos (el ADN, la
ADN-polimerasa, mediante una reacción conocida como replicación; y el ARN, la
ARN-polimerasa, mediante una reacción denominada transcripción).
Es decir, lo
que se hizo cuando se comenzó a desarrollar la PCR fue purificar polimerasas y
llevarlas al laboratorio para que, en un tubo de ensayo –y en presencia de los
reactivos necesarios– fuera capaz de realizar “su trabajo” según las
necesidades del científico en cuestión. En realidad no es tan sencillo por cómo
se desarrolla una reacción de PCR, pero, básicamente, esa es la idea.
Y decimos
que no es tan sencillo porque para que la polimerasa pueda “pegarse” al ADN y
multiplicarlo, previamente éste tiene que ser desnaturalizado. Es decir, para
facilitar el acceso de la enzima a la estructura primaria del ADN, antes
tenemos que separar las dos hebras de las que está formado, y esto lo
conseguimos sometiendo a la muestra a una temperatura de entre 94 y 96 ºC. A esta
temperatura, cualquier enzima humana dejaría de tener actividad, por lo que se
hizo imprescindible buscar una polimerasa en organismos que fueran capaces de
sobrevivir a esas condiciones. Así, se buscó en manantiales calientes y géiseres
hasta encontrar que una bacteria denominada Thermus
aquaticus se había adaptado con ese fin, y fue de esa bacteria de donde se
extrajo la polimerasa que posteriormente se usó para llevar a cabo las
reacciones de PCR.
Como curiosidad, cabe decir que películas como Parque Jurásico o series
como CSI tienen su razón de ser gracias a la PCR. Si no fuera por esta técnica,
ni los dinosaurios hubieran podido volver a la tierra gracias al ADN “secuestrado”
en la trompa de un mosquito fosilizado en ámbar, ni los científicos forenses de
Las Vegas podrían dar con los asesinos y psicópatas en cada episodio.
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